Época: Primeras taifas
Inicio: Año 1031
Fin: Año 1086

Antecedente:
Los reinos de Taifas
Siguientes:
Las cortes de taifas
La corte de al-Mutasim



Comentario

Si en el terreno político la aparición de los distintos reinos de taifas a lo largo de las tres primeras décadas del siglo XI supone la caída del califato omeya, la desmembración de al-Andalus y el principio del fin del dominio musulmán en la Península, en el campo de las bellas letras se puede hablar, sin embargo, de auténtica eclosión literaria. La nueva configuración autonómica recogerá la herencia cultural del califato, la multiplicará y descentralizará en sus diversos Estados y, cuando éstos vayan cayendo en la última década del siglo, la prolongará todavía durante unos años en el nuevo al-Andalus almorávide. Su espacio literario, por tanto, trasciende con creces su propio espacio histórico. Por una parte, recibe las últimas y posiblemente mejores voces del califato, que ante la incómoda e insostenible situación política de Córdoba optan, salvo raras excepciones, por emigrar a los recién constituidos reinos de taifas en busca de horizontes más despejados. Por otra, crea su propia generación, la que va a desplegar su actividad en la segunda mitad del siglo XI y que se encuentra repartida, y a veces itinerante, entre los nuevos reinos que rivalizan por atraerse a los mejores poetas del momento. Y finalmente, en las primeras décadas del siglo XII, cuando su segunda generación podría haber consolidado un estilo, una época y un hacer, la llegada de los beréberes almorávides la sitúa a caballo entre un pasado de gran vitalidad literaria y escasa consistencia política, y un presente en el que se han invertido los papeles. El ambiente de cultura y refinamiento creado por el califato, la riqueza de sus bibliotecas, la brillantez de sus maestros y el mecenazgo de sus gobernantes permitirán que aun en sus últimos momentos, cuando ya los días de la institución omeya están contados, Córdoba produzca una pujante generación de poetas y literatos que, hijos directos del califato, se verán, sin embargo, obligados a trasplantarse, salvo algún caso aislado, a los nuevos reinos de taifas ante la cambiante y peligrosa situación política de la capital. Por encima de todo, destacan tres grandes literatos: Ibn Darrach al-Qastalli, Ahmad ibn Suhayd e Ibn Hazm, siendo más conocido este último por ser el autor de El collar de la paloma.